10 hoteles exóticos para evadirte

5 diciembre, 2014 - Miguel Á. Palomo

Iglus en Finlandia (iStock)
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Para evadirte, por ejemplo, de estas Navidades que te amenazan por su efecto cuñadismo. Ya están aquííí… En un iglú, en una burbuja, en un domo geodésico, en un tubo de hormigón, en la copa de un árbol, en el fondo del mar. Da igual, el caso es escapar. Desde hace unos años existe la tendencia de los hoteles insólitos, demasiado freaks para este listado que extrae lo mejor de un conjunto de alojamientos extremos y exóticos que convierten la estancia en una experiencia única. Puede que con una vez en la vida sea suficiente. Pero, ¿cómo no intentarlo? Buscamos un hotel en el fin del mundo.

 

Hoteles iglú.

Unos clásicos de estas listas, imprescindible empezar por ellos en esta época del año. De todos los hoteles de hielo nos quedamos con el pionero, el genuino Ice Hotel perdido en las gélidas tierras de Laponia. Hay que tomar rumbo Círculo Ártico y antes de morir congelados, a unos 200 kilómetros, detenerse en la aldea Jukkasjärvi donde los amables saami os podrán indicar el camino hasta este templo de hielo que cada año nace y muere con las aguas del río Torne. ¡Esto sí que es un hotel pop up! Este 12 de diciembre abre su temporada invernal gracias a los trabajos escultóricos de un grupo de artistas que dan forma a los bloques hasta conseguir un diseño vanguardista digno del mejor hotel boutique. ¿A quién no le apetece dormir a siete grados bajo cero? Tranquilos, la hipotermia se combate a golpe de vodka en el IceBar.

Otros hoteles “fresquitos” también recomendables son el Hötel de Glace, cerca de Québec, o el finés Hotel & Igloo Village Kakslauttanen. ¡Feliz aurora boreal!

 

Ice Hotel. Foto: Leif Milling

 

 

Hoteles burbuja.

La búsqueda del hotel portátil es una de las inquietudes trabajadas por los diseñadores que se apuntan a las creaciones hoteleras más rupturistas. El diseñador francés Pierre Stephane Dumas, además, apostó por la máxima sostenibilidad para idear un catálogo de burbujas hinchables bajo la marca Bubble Tree. Las posibilidades de este insólito bed&breakfast son enormes ya que las burbujas se pueden instalar en un jardín, en una playa al borde del agua o en lo alto de un árbol. Fáciles de transportar, fáciles de hinchar, fáciles de ventilar, fáciles de amueblar. La más atrevida es la Cristal Bubble, transparente en su totalidad y perfecta para contar estrellas y despertarse con los primero rayos del sol. Otra cosa son las miradas indiscretas y es que este es un hotel no apto para tímidos.

 

Bubble Tree. Cristal Bubble

 

 

Hoteles tubo.

Como en botica, hay hoteles de todo tipo. Inspirado en los populares albergues experimentales –alemán y austríaco- dasparkhotel del artista Andreas Strauss, nació en México el Tubohotel y, algo más tarde, el TuboTulum Hostel. El concepto es el mismo: habilitar espacios habitacionales en el interior de un puñado de tubos de hormigón. En el recinto de una huerta orgánica del estado de Morelos, al sur de México DF, Tubohotel reivindica el turismo eco-responsable y las bondades del reciclaje. Por poco más de 40$ la noche se puede pernoctar en una tubería estanca, con cama queen size, escritorio, ventilador y zona de almacenaje bajo el colchón. Más divertido todavía resulta dormir en lo alto de una pirámide de tres tubos. No, el baño no está en una tubería, sino que se comparte como la alberca o el restaurante. Mochileros del mundo, sabemos que este hotel os pirra.

 

Tubohotel. Foto: Luis Gordoa

 

 

Hoteles árbol.

La ancestral costumbre de anidar en los árboles para emular a Tarzán se puede practicar en hoteles como el Daintree EcoLodge & Spa, en la selva australiana, o más extremo todavía en el Green Magic Nature Resort, cabañas a 30 metros de altura en el estado indio de Kerala. No nos hacemos responsables de los vecinos inquietantes ni del vértigo sufrido. Menos exótico pero muy auténtico resulta nuestro Cabanes als arbres, en Girona, con cabañas desde 110 euros. Por eso nos decantamos por la filigrana que suponen los diseños surrealistas del Treehotel sueco, un concepto inspirado en la película The Tree Lover de Jonas Selberg Augustsen. En el recóndito escondite de Harads, se puede escoger entre seis habitaciones distintas sostenidas entre árboles y diseñadas por arquitectos escandinavos: una cápsula alargada, un cubo espejado con efecto camuflaje, una casita de madera, una gran estructura metálica con wifi y ventanas panorámicas, un nido gigante con diminutos orificios y –lo más loco-, un OVNI con sus escalerillas y sus cosas de OVNI. Como si acabaran de invadirnos, ¿por qué no?.

 

Treehotel.

 

 

Hoteles cubo. 

Si el Treehotel cuenta con un impresionante cubo de espejos que consigue ser casi invisible, habría que considerar a los hoteles cubo como una categoría en sí misma, también de hoteles integrados en el paisaje. Diseños como los del Consolación y el Aire de Bardenas son excelentes ejemplos españoles de esta arquitectura al alza. Las cabañas de acero corten del campamento ecodeluxe Endémico, distribuidas por la cadena Habita sobre el Valle de Guadalupe, en Baja California, suponen otra versión más de hoteles fragmentados, como la de The Juvet Hotel: siete módulos de madera adaptados al terreno, con interiores deliciosamente minimalistas y vistas panorámicas a las “templadas” aguas noruegas del río Valldøla. Brrr…

 

The Juvet Hotel

 

 

Hotel de sal.

Aunque suele estar entre las listas de los hoteles más raros del planeta, merece estar también entre los exóticos, más cuando hemos mencionado ya ejemplares ubicados en desiertos, como el Aire de Bardenas –en las Bardenas Reales de Navarra- o el Endémico –Baja California-. Es el Palacio de Sal del Salar de Uyuni, Bolivia, esa vasta llanura de 12.000 kilómetros cuadrados cuya capacidad cegadora es visible incluso desde el espacio. Lo habéis adivinado, estamos ante el único hotel construido casi íntegramente en sal, desde los muebles, las camas y los techos al ¡campo de golf! Lo dicho, un hotel muy salao.

 

Palacio de Sal

 

 

Hoteles campamento. Tiendas.

También en esos desiertos de Dios se puede acampar en tiendas, carpas, yurtas y gers. En estas últimas, tiendas tradicionales mongolas, duermen los que se animan a instalarse en mitad del desierto del Gobi, al sur de Mongolia, de la mano del lujoso Three Camel Lodge. En la sabana africana hay múltiples opciones para encontrar lecho bajo el firmamento, como la del Dune Camp de Namibia, safari incluido. Sin salir del continente, entre las dunas del Sahara, nos gustan las sencillas carpas bereberes del Scarabeo Camp. Si os perdéis dando un paseo estáis… perdidos.

 

Scarabeo Camp

 

 

Hoteles campamento. Domos y pods.

También en formato campamento, se nos antojan menos típicos los hoteles que se desmarcan con habitaciones esféricas como las cúpulas geodésicas del Ecocamp, en el parque Torres del Paine de la Patagonia chilena, o las domes del único hotel astronómico del hemisferio sur, el Elqui Domos, también en Chile. Menos glamouroso, más familiar y de similares intenciones ecológicas es el poblado de Fforest Camp, en Gales. Cerrando el círculo de frío, enfilamos los Alpes suizos para pasmarnos con las acondicionadas tiendas de campaña con forma de iglú del hotel Whitepod. Son los pods que hacen las delicias de los amantes de los deportes de riesgo y aventura. La naturaleza más salvaje está ahí fuera. ¡Quién quiere salir pudiendo quedarse dentro!

 

White Pod.

 

 

Hoteles cueva.

Tan salvaje como la roca de las montañas de la Cappadocia, el paraje más agreste y pintoresco de Turquía en donde se excavaron seis cuevas que forman el hotel Yunak Evleri. ¿Pero compensa dormir emulando a nuestros ancestros? ¿Cómo los hombres primitivos en las cavernas? O pero aún, ¿cómo los hippies? No es para tanto, en las alcobas encontraréis bañeras de hidromasaje, camas hipoalergénicas y hasta conexión a internet. En un ambiente de mobiliario severo de raíces otomanas. Sí, tenía que ser rústico… Y hacednos caso, es la cueva más apetecible que conocemos.

 

Hotel Yunak Evleri

 

 

Hoteles submarinos.

Por si no estuviéramos ya bastante mareados, entre subidas y bajadas del árbol, idas y venidas del desierto a la montaña helada, ahora contenemos la respiración y nos marcamos una zambullida a cualquiera de los hoteles subacuáticos que se han venido ideando en los últimos años con resultados muy dispares: desde el simulacro a lo Julio Verde del Jules’ Undersea Lodge a los proyectos megalómanos más disparatados como el del hotel Poseidon, pasando por la gracieta de hotel flotante con habitación pecera del artista Mikael Genberg, el Utter Inn. Casi preferimos la opción del Manta Resort, con una única suite bajo el agua a pocos metros de la orilla de una islita de Zanzíbar. Así, sí. Y si os agobia que los peces os miren, siempre podréis conformaros con dormir en un palafito de las Maldivas. A nosotros ya no se nos ocurren más planazos.

 

The Manta Resort.

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