Formentera es el último paraíso del Mediterráneo

1 agosto, 2013 - Redacción

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¿Cuántas veces has visto la imagen de Paz Vega conduciendo su moto hacia un faro que rompía un perfecto cielo azul? Déjanos descubrirte una Formentera donde puedas vivir tu propia película.

CAVALL D'EN BORRAS

Se dice que Formentera es el último paraíso del Mediterráneo y probablemente sea cierto. Sorprende encontrarse con un trozo de costa donde no mande el ladrillo y sí las construcciones tradicionales, donde todo sepa a kilómetro cero y donde los amaneceres no estén manchados de decibelios y cristales rotos. Y está ahí al lado, a un tiro de avión y otro de barco: de cualquier lugar a Ibiza y de ahí a Formentera, que es como decir el cielo, un cielo en el que todo nos hace soñar con quedarnos. A Formentera, la pequeña de las Pitiusas, le puso en el mapa de los deseos de muchos la película “Lucía y el sexo”, con aquella secuencia de Paz Vega conduciendo su ciclomotor hacia el faro de la Mola. Pero Formentera ya era, desde mediados del siglo pasado, refugio de hippies y viajeros inteligentes a quienes Ibiza, siendo más grande, ya se les quedaba pequeña.

FARO DE BARBARIA @Amparo Arias

A Formentera le ha ayudado mucho el ser sólo accesible vía marítima (hay conexiones desde Ibiza, con Balearia y AquaBus, y también desde Denia, con Balearia), por un mar literalmente transparente: un milagro que no es tal sino que se debe a las praderas de posidonia que rodean la isla, una planta marina que funciona como un filtro natural para limpiar el agua y que está protegida como Patrimonio de la Humanidad: la pradera submarina se concentra sobre todo en Ses Illetes, en la parte de Formentera enclavada en el parque natural de Ses Salines. Eso, y veinte kilómetros de playas: la de Migjorn, que abarca casi todo el sur de la isla, es la más grande y desarrollada; Cala Saona, la de Illetes -la más frecuentada de la isla, ideal para practicar deportes acuáticos (vela, sky…), y desde donde se puede ir al puerto de La Sabina y a la isla de Espalmador, donde está otra de las playas icónicas de Formentera, S’Alga, tres kilómetros de puro paraíso -porque en el paraíso no hay hoteles, ni restaurantes, ni siquiera chiringuitos: sólo arena blanca, agua transparente y muchas, muchas ganas de que el verano no se acabe nunca.

Faro Formentera @Pau Sabria

Es precisamente su pequeño tamaño lo que hace a Formentera idónea para una escapada de unos días, en cualquier momento del año, por más que en verano pueda parecerte, en algún momento, que el Tutto Milano ha hecho suya la isla. Parece increíble que, en un territorio tan pequeño -no llega a los setenta kilómetros cuadrados- se concentren tantos estímulos.

Hay muchas cosas que ver en en Formetera. Una isla con restos arqueológicos suficientes para darle a tu viaje el marchamo de interés por la historia y la cultura que nunca está de más: el sepulcro megalítico de Ca na Costa, los restos del castellum romano de Can Blai, el yacimiento prehistórico de Cap de Barbaria son los hitos formentereños. Hay muchos otros, más mundanos e igualmente disfrutables: la carta de cocina italiana del Café del Lago -en Las Sabinas-, los arroces del restaurante de la modelo Eugenia Silva, Ca’n Toni, en Pilar de la Mola, o los sabores de la gastronomía más pura de la isla, en Can Dani. Hay fiesta, y mucha, en Formentera, pero más relajada y exclusiva que en su hermana Ibiza: no hay macroclubes y sí lugares dónde no contar el tiempo ante una copa, como el espectacular Gecko Beach Club, en plena playa de Migjorn, donde además puedes alojarte. Formentera engancha: ¡te volverás adicto!

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