(iStock)
La culpa la tiene el calentamiento global, que está alterando las corrientes en chorro de la atmósfera. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, el aumento de la velocidad de la corriente en chorro está ralentizando los vuelos de largo recorrido en dirección Este y acelerando los que se realizan hacia el Oeste.
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Si calculamos el tiempo total de un trayecto ida y vuelta con estas variables, tendremos de media un minutos y 18 segundos más de viaje. Parece una minucia, pero los expertos aseguran que este diferencia puede tener consecuencias nefastas para el medio ambiente y la economía.
Solo hay que echar un par de cuentas para realizar que se trata de algo preocupante. Cada día se realizan unos 300 vuelos transatlánticos de ida y vuelta, es decir, más de 600. Este pequeño retraso de poco más de un minuto es actualmente responsable de que se acumulen 2.000 horas extra de vuelo por año. Dicho sea de otra forma, este cambio va a costar 22 millones de dólares adicionales en combustible y 70 millones de kilos más de emisiones de CO2.
Las corrientes en chorro en los hemisferios norte y sur son unos vientos potentes que ayudan a mover los sistemas climáticos de todo el planeta. También es un atajo que los vuelos transatlánticos suelen aprovechar para reducir el tiempo de viaje en la ruta entre Europa y Norteamérica, una de las más transitadas del mundo.
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Los especialistas de la Universidad de Reading creen que la velocidad de los vientos en la ruta Nueva York-Londres aumentará en media un 15%. Esto significa que los vuelos desde Londres serán dos veces más proclives a durar más de siete horas. En cambio, los viajes desde Nueva York a la capital británica podrían llegar a durar unas cinco horas y 20 minutos.
De momento, este estudio ha sido realizado tan solo en la ruta Nueva York-Londres. Sin embargo, los expertos creen que es muy probable que el impacto en los vuelos por los cambios en los flujos de aire de la atmósfera sea un fenómeno global.
Por si fuese poco, hay otro factor alarmante. Estudios anteriores han demostrado que el calentamiento global puede aumentar las turbulencias en este tipo de vuelos, algo que las personas que suelen viajar mucho están notando.
El cambio climático ya está aquí y está comprometiendo la seguridad, el ahorro y reducción de las emisiones de CO2 en nuestros vuelos.
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