Seguro que más de una vez has pensado que tu maleta negra transmite elegancia y discreción. Es la típica compañera de viaje, esa que nunca falla y combina con todo. Pero, ¿sabías que es casi un imán para los problemas en el aeropuerto? Aunque parezca mentira, ese aire sofisticado se convierte en tu peor enemigo a la hora de recoger el equipaje. Porque, admitámoslo, la cinta transportadora se transforma en un desfile de clones de maletas donde localizar tu maleta puede ser una auténtica odisea.
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Cientos de maletas idénticas y una pizca de prisa: la combinación perfecta para el desastre. ¿Realmente crees que eres el único que se ha equivocado alguna vez de maleta? La realidad supera a la ficción. Y si tú puedes confundirte, imagina lo fácil que lo tiene un ladrón. Llevarse una maleta negra entre otras cincuenta iguales es cuestión de segundos. Nadie se fija, nadie pregunta. Y tú, mientras tanto, buscando la tuya con cara de póker.
Muchos creen que pasar desapercibido es sinónimo de viajar tranquilo. Pero la realidad es justo la contraria. Cuanto más te camuflas, más difícil es defender lo tuyo. No hay nada que despierte más el interés de un ladrón que una presa fácil en medio de un mar de oportunidades idénticas.

Hasta las propias aerolíneas han terminado por sacar los colores a los viajeros. Ryanair, por ejemplo, ya no se corta y lo advierte sin rodeos: «Distinguir una maleta negra en la cinta debería ser deporte olímpico». Y no les falta razón. La monotonía en el equipaje favorece los robos y los despistes. Si eres de los que aún piensa que viajar con una maleta discreta es lo más seguro, igual es momento de replanteárselo.
Aquí viene lo que nadie quiere vivir, pero todos temen: la maleta no aparece. Empiezan las dudas, los nervios y el temido parte de equipaje perdido. La mayoría de las veces, el error es de otro pasajero despistado, pero hay ocasiones en las que la causa es más oscura. ¿Te imaginas el mal rato de ver a alguien llevándose «tu» maleta mientras nadie se inmuta? Es más común de lo que crees, y la mayoría de las veces, la uniformidad juega a favor del ladrón.
Ryanair y otros expertos en viajes lo tienen claro: hay que apostar por maletas de colores llamativos. ¿Amarillo, rosa, verde chillón? Puede que no sean del gusto de todos, pero desde luego son mucho más seguras. Si no te atreves a dar el salto a lo extravagante, siempre puedes optar por añadir algún detalle visible: un lazo, una etiqueta enorme, pegatinas o cualquier cosa que haga que tu maleta destaque.
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La próxima vez que te plantees comprar una maleta, piénsalo dos veces antes de elegir la clásica negra. No solo evitarás confusiones, también pondrás las cosas mucho más difíciles a los amigos de lo ajeno. Y si ya la tienes, personalízala. Un simple detalle puede marcar la diferencia entre un viaje tranquilo y un mal trago en la terminal.
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