Los pueblos más feos de España (Canva)
Aunque no es un tema de agrado para todo el mundo, lo cierto es que no todos los pueblos en España pueden ser tan bonitos. Existen lugares que son dignos de postal, y si por algo se ha caracterizado el país es por atraer a millones de visitantes gracias a la belleza de sus ciudades. Aún así, no todo puede ser tan bueno siempre, y hay sitios que no destacan justamente ni por sus paisajes, ni por su urbanismo y por otras razones más. Normalmente suele haber listas de los mejores lugares, aunque hoy hablaremos de los pueblos más feos de España.
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Escombreras es, sin duda, un pueblo demasiado especial. Con poco más de 10 habitantes censados, este lugar es conocido realmente por albergar uno de los complejos petroquímicos más importantes de la zona. Todo su paisaje se basa en refinerías, industria y poco más, con un pueblo que realmente es inexistente. El ambiente, además, no sería el más idóneo ni para su visita ni para vivir allí, algo más contaminado de lo habitual. Por el sur limita con el mar Mediterráneo, por lo que el faro podría ser el único de sus atractivos.
La vista aérea de este pequeño pueblo de la provincia de Almería no invita demasiado al optimismo. Rodeado completamente de invernaderos, El Ejido se trata del único pueblo en una zona que está destinada completamente al sector primario. Con más de 80.000 habitantes, es uno de los municipios con más historia de la zona, aunque sin la estética más cuidada. Lo cierto es que, a pesar de no ser el lugar más turístico, se trata de uno de las zonas que alimenta a gran parte de Europa, y como no está lejos, aquí tienes qué ver y hacer en Almería.
Lo que en su momento fue un lugar ideal para muchas familias, gracias a una industria del carbón que hizo crecer a la zona, ahora mismo es un pueblo casi sin identidad. Después de su derribo a finales de los años 60, después de la construcción de dos presas, Mequinenza perdió toda su historia y obligó a gran parte de sus habitantes a abandonar su pueblo. En la actualidad es un lugar construido sin alma, aunque intentando atraer a visitantes gracias al turismo deportivo y activo en general.
Aunque el pueblo actual es una zona tranquila y con casi 10.000 habitantes en estos momentos, lo cierto es que el paisaje no es el ideal. Justo en la entrada de este municipio sigue estando la central termoeléctrica por la que ha sido conocido siempre este pueblo gallego. La gastronomía es la parte positiva de todo ello, mientras que el lago artificial construido a las afueras no acaba de encajar del todo y se nota demasiado fuera de lugar.
El centro histórico de este pueblo al sur de Madrid aún conserva algo de lo que fue en su momento Valdemoro. En la actualidad, esta localidad se ha expandido con urbanizaciones calcadas y sin demasiada identidad, que parecen replicadas siguiendo un orden milimétrico. Es una buena opción como ciudad dormitorio, ya que no está lejos de la capital pero algo alejado, un lugar de paso si estás pensando en hacer una escapada a una hora de Madrid.
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Estos son algunos ejemplos de localidades que de primeras no invitan a su visita. Aún así, muchos de estos pueblos son simplemente lugares tranquilos, donde sus habitantes conviven al margen de la belleza o del entorno que les rodea.
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