Praia do Forte

A Praia do Forte solo la ubicaban en el mapa los viajeros que buscaban sin cesar playas vírgenes en el extenso litoral que se extiende al norte de Salvador. La fama creció tanto que llegó el desarrollo turístico -aquí se encuentra uno de los mejores hoteles de la costa noreste brasileña, el Iberostar Praia do Forte, www.iberostar.com/hoteles/salvador-de-bahia/iberostar-praia-do-forte), pero aún conserva ese carácter tranquilo, reposado y bello de tradicional pueblo de pescadores. Y, además, bien conservado: ahí está su principal monumento para demostrarlo, la capilla de San Francisco de Asís, frente a la playa de Porto, donde se amarran los barcos de pesca.

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Sus 12 kilómetros de playas semi-desiertas, con piscinas naturales y miles de cocoteros, y la gran riqueza y variedad de su fauna (por ejemplo, más de doscientas especies endémicas de aves), hacen que se conozca a Praia do Forte como “la Polinesia brasileña”. Praia do Forte hace de la conservación de la naturaleza una de las claves de su desarrollo: así, además de las limitaciones al tráfico rodado, en Praia se localiza la base principal del Proyecto Tamar, destinado al estudio y protección de tortugas marinas, a través de las actuaciones para su conservación, del museo y centro de visitantes (donde podemos adoptar una tortuga).

Praia do Forte es uno de los mejores puntos de la costa atlántica brasileña para participar en la“baleada”, el avistamiento de las gigantescas ballenas Jubarte –de hasta los 16 metros de longitud y 40 toneladas de peso-, que recorren desde el Polo Sur 5.000 kilómetros, en busca de las cálidas aguas de la región, ideal para su reproducción y para las primeras aventuras de sus crías. Los viajeros podemos extasiarnos con el espectáculo a bordo de barcas, veleros o balsas a sólo unas pocas millas de la costa en una excursión que dura unas seis ú ocho horas. La mejor época para observar las ballenas transcurre entre los meses de julio y noviembre.

Tierra adentro, los senderos de la reserva de Sapiranga atraen a los excursionistas a través de túneles bajo la arboleda, en busca de una increíble variedad de orquídeas salvajes, broméelas, pájaros, monos, mariposas y, en algunas ocasiones, perezosos o coatíes. La reserva está formada por 600 hectáreas, y equipada con un centro de atención al turista, guías para los caminos, mucho terreno y un área destinada a la rehabilitación de animales salvajes. Hay ocho senderos para realizar excursiones, todos ellos muy bien señalizados. También será un recuerdo indeleble la observación de la maravillosa vida acuática mientras practicamos buceo en las piscinas naturales de agua transparente en Papa Gente. ¡Buen viaje!

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Redacción

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