Qué ver en el Vaticano: su historia y museos

Roma, la ciudad eterna nos ofrece gracias a sus siglos de historia infinidad de lugares que visitar. Podemos pasar días y días recorriendo sus calles, barrios y monumentos más importantes: Coliseo, Foro Romano, Termas de Caracalla, barrios como el Trastevere o imponentes iglesias como la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén. Sin embargo, si hay un lugar que no podemos dejar de visitar por unanimidad, ese es La Ciudad del Vaticano. 

Conocida a nivel mundial por ser el lugar de residencia habitual del Papa católico y ser por tanto el epicentro de la religión católica en el planeta, es a la vez uno de los conjuntos arquitectónicos más bonitas del mundo. Aquí ciencia, espiritualidad y arte se unen en un espacio mínimo de apenas 45 hectáreas que lo convierten en el estado más pequeño de Europa.

Breve historia de la Ciudad del Vaticano

Aunque desde su nacimiento unida a la historia de la capital del imperio romano no fue hasta la firma del Tratado de Letrán en el año 1929 cuando obtuvo una total independencia  política del joven Reino de Italia. 

Así, al conformarse como estado soberano independiente pudo restablecer las relaciones rotas en 1870 cuando, denominándose Estados Pontificios fueron absorbidos por el reciente Reino creado tras la reunificación de los múltiples estados independientes que conformaban hasta entonces la península itálica.

La tradición histórica nos cuenta que su fundación se inició cuando los restos de Simón Pedro, uno de los Doce Apóstoles, fueron traídos y sepultados en una pequeña colina. Más tarde en el siglo IV d.C., su tumba fue elegida como lugar sobre el que erigir la primigenio basílica.

Posteriormente, Pipino el Breve cede de manera oficial al Papa Esteban II la total jurisdicción sobre los terrenos adyacentes, creándose los Estados Pontificios. Carlomagno les da un rango jurídico y legal y el Papa León IV construye la primera muralla que protegía la Basílica y los primeros tesoros que comienzan a guardarse en ella.

Sin embargo, no empieza a tomar la forma majestuosa que actualmente conocemos hasta que a principios del siglo XVI, en pleno apogeo del Renacimiento, un proyecto liderado por el arquitecto Bramante comienza los trabajos que dan lugar a la actual Basílica de San Pedro.

Partes y lugares que visitar en el complejo

La visita al recinto no puede ni debe quedarse únicamente en entrar dentro de la basílica. Otros lugares como los Museos Vaticanos (que albergan la Capilla Sixtina) o los Jardines Vaticanos se antojan igualmente imprescindible. Para asegurarse no hacer colas y asegurarnos que no dejamos nada sin ver es preferible hacer una visita guiada al Vaticano y Capilla Sixtina.

En los Museos Vaticanos veremos algunas de las obras más influyentes de la historia del arte. Esculturas como el Laoconte, la maravillosa sala de los mapa cartográficos, las innumerables estatuas griegas y romanas que encontramos a cada paso que dan o habitaciones pintadas por artistas de la talla de Rafael son la antesala perfecta que nos prepara para el plato fuerte de la visita: la Capilla Sixtina.

La que para muchos es la obra maestra de uno de los mayores genios de la historia de la humanidad, Miguel Ángel, es una auténtica delicia para los sentidos. 

Frescos de gran tamaño decoran de arriba a abajo toda la estancia representando diferentes relatos del Génesis. Sin lugar a dudas, una maravilla digna de ser contemplada al menos una vez en la vida.

Además, esta sala tiene la importante histórica de ser el lugar donde cardenales de todos los lugares del planeta se reúnen para elegir a cada nuevo Papa.

Sin lugar a dudas, y siendo como es Roma una de las ciudades más bellas del mundo, la mera presencia de la Ciudad del Vaticano justifica una visita a esta metrópolis que aunque ha cambiado su forma en multitud de ocasiones a lo largo de los siglos, ha sabido mantener su única e inigualable esencia como capital imperial.