1. Castelo de São Jorge. Corona la ciudad desde la más alta de las colinas en el centro histórico. Antiguo Palacio Real, baluarte de la ciudadela árabe, domina el estuario del Tajo para delicia de los visitantes que se encaraman a sus torres almenadas para disfrutar de las mejores vistas.
2. El elevador de Santa Justa. En la calle homónima, este ascensor de hierro diseñado por Raoul Mesnier conecta la Baixa Pombalina con el barrio del Chiado. Un símbolo de la ingeniería de principios del siglo XX, un símbolo de la ciudad.
3. La estatua de Fernando Pessoa. En el Chiado y frente al café A Brasileira, los turistas hacen cola para hacerse una foto junto a la escultura sentada del poeta lisboeta universal.
4. Catedral de Lisboa. Santa Maria Maior es la iglesia más antigua de la ciudad, con fecha de 1147 y en pie desde entonces a pesar de los terremotos sufridos.
5. Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém. El mismo barrio da para ambas visitas, al antiguo monasterio de estilo manuelino que conmemora el regreso de Vasco de Gama y a la torre militar a orillas del Tajo. Esta Era se completa con el Monumento a los Descubrimientos.
6. Praça Marqués de Pombal. Será por plazas, pero la que se abre al final de la Avenida da Liberdade es uno de los símbolos de la superación urbanística tras la devastación del gran terremoto.
7. Museo Nacional dos Coches. El edificio en sí ya merece la pena, del siglo XVIII y junto al río, pero su interior sorprende por la fastuosa colección de carruajes, carrozas y vehículos históricos.
8. Jardin Botánico de la Universidad de Lisboa. Más de cuatro hectáreas de exuberante tropicalismo.