Hay días en que uno se levanta rumboso y gourmet. El paladar demanda exquisiteces de alta cocina, pero que sea mexicana. Sin embargo, hay otros días en que las tripas mandan y lanzan un rugido de consumo rápido y directo, también mexicano. Bueno, más bien gringo. Matarías entonces por un burrito, piedra angular de la denostada cocina tex-mex, comida rápida sin la personalidad de otros restaurantes genuinamente mexicanos y en general de una calidad mejorable. Junto a los burritos, circulan los nachos, las fajitas y el guacamole fabricados a granel sin excesivos miramientos. Pero la reinterpretación industrial de este tipo de bocados fronterizos merece avanzar hacia un proceso de dignificación que lleve a que un jugoso burrito de chile relleno y envuelto en tortilla de harina blanca sea de verdad un platazo. Repasamos 7 bares de Madrid en los que al menos intentarlo.
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Desde el concepto de fast-casual puesto de moda en los Estados Unidos, este local diseñado por Isabel López Vilalta aspira a representar una cocina Med-Mex, a medio camino entre la dieta mediterránea y las propuestas de Baja California. Por lo tanto, lo saludable aquí es un punto a favor. El burrito, de tortilla de harina o de espinacas, se rellena a gusto del consumidor.
Otro local –o locales, hasta cuatro ya diferentes en la ciudad- de austera pero estudiada decoración que parece remitir a las sencillas cantinas de México. En vez de fast food se practica el fast good, claro, pero eso debe juzgarlo el comensal que puede escoger entre margaritas, cervezas artesanas y de importación, y una carta en la que el burrito es el rey. Se puede elegir el tipo de carne, las salsas y otros extras.
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Detrás del reclamo industrial de su fachada se da cuenta de otro tex-mex al que se intenta dulcificar bajo la idea de comida mediterránea. Lo cierto es que en su bufé destacan tanto los tacos de pollo, gambas, cerdo o cordero, como los burritos con tortillas de trigo o maíz.
Un par de vistosos locales homenajean a las heroínas mexicanas que lucharon defendiendo su patria a principios del siglo XX. Chelas, margaritas y platillos informales para engullir deprisa y tirar millas. La taquería se dedica, con lógica, a una buena selección de tacos en tortillas de maíz, pero se pueden abordar sus burritos envueltos en tortilla de harina de 30 centímetros, con salsa de frijol, pico de gallo, crema agria y lechuga. De pastor, de cochinita pibil, de arrachera de ternera, de chili con carne y vegetariano.
El nombre no engaña y estos tres locales –uno de ellos en el Centro Comercial Isla Azul- tampoco es que quieran encabezar guías delicatesen sino ofrecer con solvencia platos básicos divididos en desnudos, en tacos y en burritos. Pero es a la historia del burrito a la que se rinde tributo recordando su nacimiento en los días de la Revolución y el origen también de la primera factoría mexicana que las facturaba: la Mexican Factory.
Si hacemos un hueco a esta franquicia no es por la autenticidad de su concepto ni por la pureza de sabores de sus burritos, sino porque puedes abastecer a tu cuerpo de una muy necesaria cantidad de grasa más allá de la medianoche. Sólo por eso.
Nada que ver –en realidad, ninguno de los anteriores- con este buen restaurante mexicano –esta vez sí- fundado en 1959 y que sigue al pie del cañón sacando platillos caseros a su comedor familiar de la Plaza República del Ecuador. Curiosamente en su carta encontramos unos burritos de pollo picante, de cochinilla, de ternera o a la barbacoa que merecen la pena si uno tiene ese antojo.
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